Buscan a dos jóvenes en Barrio Aeropuerto acusados de violar a dos chicas de 15 años
Dos menores de 15 años vivieron una verdadera pesadilla durante la madrugada del domingo último, en una casa de Barrio Aeropuerto, durante una “juntada” entre conocidos de la zona. Según denunciaron en el gabinete de delitos sexuales de la Dirección de Investigaciones de La Plata (DDI), dos sujetos las drogaron y luego las violaron.
Las víctimas “se conocen desde que son muy chicas, tienen una amistad de años” ya que las dos familias viven en el barrio “hace mucho tiempo”, explicó Tania, madre de una de las adolescentes.
“Nosotros somos del barrio, hace mucho vivimos acá y nunca pasó algo así”, añadió. El inmueble al que fueron, se encuentra a pocos metros de las viviendas de ambas damnificadas. Según el testimonio de la mujer, su hija “no conocía a nadie” allí, ya que eran conocidos de su amiga quienes estaban allí.
En ese marco, las menores arribaron a la escena “cerca de las 3”. Dentro de la morada “había, un hombre, dos jóvenes (de 17 y 19 años), la chica” a la que iban a visitar y “la mamá” de estos tres últimos.
Mientras conversaban, alguien de la casa llevó alcohol. Tomaron algo, todo parecía normal. Hasta que, en un momento determinado, una de las menores comenzó a sentirse muy mareada.
Pidió permiso para ir al baño y vomitó. “Le faltaba el aire y veía borroso”, explicó Tania. Fue en esas circunstancias cuando uno de los dos muchachos se acercó a ella, le bajó los pantalones y la bombacha y la violó. Tras eso, la joven se desmayó.
Al despertar, presumiblemente algunos minutos más tarde, se percató de lo que había ocurrido. Todavía estaba desvestida y en el piso del servicio, con su abusador al lado mirándola. Aun aturdida, se levantó y, entre llantos y gritos, salió a la carrera en dirección a la puerta que daba a la calle. Según lo revelado por Tania a este medio, su hija “no se acuerda de todo”. Lo cierto es que, de alguna manera, “logró salir de ese infierno”.
Una vez en la calle, no supo bien qué hacer. El efecto de las drogas todavía le dificultaba la respiración y no podía pensar con claridad. A duras penas logró llegar al hogar de su amiga, a quien no alcanzó a ver en su desesperada huida. Eran las cinco de la mañana cuando tocó el timbre. Recién entonces se dio cuenta que tenía moretones en gran parte del cuerpo.