Verdades y mitos sobre la gripe y la vacuna antigripal
La gripe suele ser una enfermedad autocontrolada, es decir, que el organismo se encarga de eliminar el virus mediante el desarrollo de anticuerpos. Suele ocasionar un cuadro clínico que es difícil de distinguir de otros virus respiratorios -como los del resfrío común-, pero se caracteriza por presentar fiebre (generalmente alta y persistente a lo largo de los días), dolor de cabeza, dolores musculares, decaimiento, tos seca, dolor de garganta y estornudos.
La transmisión del virus se produce por vía aérea a través de estornudos, tos, contacto con las manos o materiales contaminados con el virus como teléfonos, computadoras, utensilios de cocina, entre otros. Por ese motivo, las personas pueden contagiarse en cualquier espacio cerrado, dentro o fuera de los hogares, en oficinas, la escuela y en medios de transporte públicos.
Las infecciones respiratorias pueden ser causadas por una gran variedad de microorganismos. Los virus de la influenza de tipo A y B son una causa frecuente, aunque los de tipo A son principal la causa de las grandes epidemias y pandemias, según explicó a Telám, Celeste Berecoechea, jefa del Servicio de Medicina de Familia del Hospital Universitario Austral.
Si bien las tasas de infección más altas se dan en niños de 5 a 9 años, la enfermedad por gripe es más grave y mortal en niños menores de 2 años, ancianos y personas con alto riesgo.
Pese a que la vacuna antigripal es gratuita y obligatoria para los menores de dos años, son los que registran las peores coberturas: el 20% no la recibe y, entre quienes deben contar con dos dosis, al 36,7% no se les aplica la segunda, según datos preliminares oficiales de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (DICEI) de la Secretaría de Salud, correspondientes a 2018.
Desde que la vacuna fue incorporada en calendario, en 2011, la cifra se mantiene prácticamente estable, por debajo del nivel óptimo. Por eso, en pleno inicio de la campaña actual -en algunas provincias arrancó el miércoles pasado y en otras ayer- la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) instó a proteger a los más chiquitos.
Los antígenos de superficie de los virus de la gripe varían frecuentemente, es por esto que se producen epidemias de gripe todos los años. A raíz de ello, es preciso diseñar nuevas vacunas antigripales adaptadas a los virus circulantes que se estima que ocasionarán la epidemia siguiente.
¿Cómo se previene?
Existen muchas medidas para la prevención de esta enfermedad como el lavado frecuente de manos con agua y jabón o con soluciones alcohólicas, cubrirse la boca con el codo al toser o al estornudar, ventilar bien los ambientes y mantener las superficies limpias.
No obstante, la principal herramienta para la prevención de formas graves de la gripe es la vacuna antigripal.
¿Quiénes deben vacunarse?
Los niños de 6 a 24 meses (deben recibir dos dosis), las embarazadas en cada embarazo y en cualquier mes de la gestación, las puérperas que no hayan recibido la vacuna durante el embarazo (hasta 10 días luego del egreso de la maternidad), los mayores de 65 años, las personas de 2 a 65 años con factores de riesgo (tabaquistas, obesos, asmáticos, enfermedades genéticas, reumatológicas, cardiacas, respiratorias, renales, cáncer, HIV y otras enfermedades que afecten la inmunidad).
El personal salud también debe recibir la vacuna anualmente. El resto de las personas que no pertenezcan a estos grupos de riesgo también pueden vacunarse si lo quisieran, pero con costo según su cobertura de salud.
Existen falsas contraindicaciones de la vacuna, como ser los familiares de pacientes inmunosuprimidos, las personas infectadas con VIH, las que tienen intolerancia o reacción alérgica menor al huevo, las personas en tratamiento antibiótico o con enfermedades benigna (diarrea, tos, rinitis, catarro), personas en tratamiento con corticoides. Todos ellos pueden recibir la vacuna.