Furor por los «likes» y los retuits: ¿por qué no podemos parar de opinar?

 

Cuando emergieron las redes sociales muchos pensaron que se convertirían en herramientas potentes para garantizar la democracia, el acceso a la información y la pluralidad de voces. Sin embargo, hoy entre la marea de “memes” e insultos cruzados pareciera que el sueño republicano fue sólo una fantasía fugaz.

Sin embargo, cada día que pasa las redes sociales cobran un mayor valor tanto económico como social. Sus usuarios se ven más involucrados en ellas y hasta hay quienes logran obtener grandes réditos debido a sus participaciones.

Así pues, en una ficticia semejanza al ágora de los griegos, nosotros tenemos hoy este espacio digital que nos promete el tiempo y lugar para decir lo que nos venga en gana, interactuar con los otros y, tal como se ha puesto de moda, mostrarles por qué están equivocados en todo.

Cuando emergieron las redes sociales muchos pensaron que se convertirían en herramientas potentes para garantizar la democracia, el acceso a la información y la pluralidad de voces. Sin embargo, hoy entre la marea de “memes” e insultos cruzados pareciera que el sueño republicano fue sólo una fantasía fugaz.

Sin embargo, cada día que pasa las redes sociales cobran un mayor valor tanto económico como social. Sus usuarios se ven más involucrados en ellas y hasta hay quienes logran obtener grandes réditos debido a sus participaciones.

Así pues, en una ficticia semejanza al ágora de los griegos, nosotros tenemos hoy este espacio digital que nos promete el tiempo y lugar para decir lo que nos venga en gana, interactuar con los otros y, tal como se ha puesto de moda, mostrarles por qué están equivocados en todo.